¿Te suena la siguiente escena?
«Da la sensación que, mirando a los demás, yo no hablo ningún idioma o lo hablo mal«, o incluso peor, decimos: «yo no soy capaz… qué difícil… yo no puedo, es que no me entra…» Pues, estás en buena compañía con unos cuantos millones más en este mundo.
Sin embargo, ¿Qué dirías si te dijera que las matemáticas son como un «idioma» más? Lo que pasa es que desde «siempre» se ha asumido que las ciencias son vitales para nuestra vida, y que sin ella no sobrevivimos en el mundo (laboral). Sin embargo, ¿qué, si te diría que las matemáticas, la geometría, la química y demás a mí no me entraban ni a martillazos? Era, y sigue siendo, un lenguaje cuyo acceso me cuesta encontrar, aunque lo consigo si me lo propongo. Y no es que no quiera, ni mucho menos porque sea perezoso. Simplemente es algo ajeno a mi estructura cerebral, las ecuaciones (frases de un idioma) y sus parámetros (vocablos), si comparamos, me suenan a chino. Eso se traduce en: mis conocimientos de «gramática y vocablos de las ciencias» son escasos.
¿Por qué nos encontramos en semejante situación? Las razones son varias, entre ellas hallo la falta de práctica como la más adversaria. Igual que poca gente habla un idioma extranjero en su propio país más que su lengua materna, poca gente habla matemáticas todo el día. La solución pasa por tener en cuenta la importancia de los idiomas y después buscarse una buena enseñanza coronada con el practicar, practicar, practicar… (audio, vídeo, lectura, escritura etc.).